Me puse mi disfraz, me percaté justo al salir de casa que mi suéter tenía 2 minúsculos huecos, lo suficientemente marcados como para sentirme la persona más miserable. Supongo que era un recordatorio de mi decadencia actual. Sin que esto pudiese amargarme la mañana (porque ya iba justa de tiempo) salí a tu encuentro, eras aquel juez que impresionar, sin embargo… tu disfraz también falló, porque noté los restos de esmalte viejo aun en tus uñas, en tus ojos se veían unos 40 y tantos y parecía que hoy ya tenías suficientes problemas como para toparte con una persona con más que huecos en su vestir.
Luego de aquella interpretación, regresé a casa, y volví a reiterar que cada experiencia es valiosa, y es que en las situaciones en las que más vulnerable me siento, en los momentos en los que más expuesta me encuentro, en los momentos en los que más sola, más inválida soy, recuerdo que también existe un otro, que puede sentirse como yo, y ante eso, no hay disfraz que logre disimularlo, porque si observas muy de cerca, podrás ver los finos hilos que atan nuestras máscaras, así que por eso, y en honor a mi hartazgo, decidí honrar mis 2 huecos en el suéter.
-Sara Matos-
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